Son las teorías las que determinan lo que podemos observar.
Einstein. Años 30
No son las cosas mismas las que nos preocupan, sino las opiniones que tenemos acerca de esas cosas.
Epicteto. Siglo I d.C.
jueves, 26 de febrero de 2009
miércoles, 25 de febrero de 2009
Motivacion externa, motivación interna
Extraña, inversa, paradójica, desconcertante la relación entre la motivación de los demás para que nos movamos en determinada dirección y la reacción compensatoria y opuesta que pueden generar en nuestros propios deseos aquellas intenciones. Uno casi podría imaginarse la clásica balanza en la que a medida que aumenta el peso del interés de los demás por que hagamos algo, disminuye la entidad de nuestro propio empuje. Esta idea es amenudo especialmente operativa en la intervención sobre la relación entre padres y adolescentes, y puede serlo de tal calibre, que sea necesario articular terapéuticamente un "desinterés estratégico" de aquellos para fomentar el renacimiento de la implicación de estos en sus propias vidas, en la creación y gestión de las propias responsabilidades.
Es interesante comprobar como en otros ámbitos relacionales también se puede encontrar dicha dinámica con mayor o menor dosis de disfuncionalidad. Relaciones de pareja, laborales, escolares, entre amigos brindan ejemplos cotidianos.
Es interesante comprobar como en otros ámbitos relacionales también se puede encontrar dicha dinámica con mayor o menor dosis de disfuncionalidad. Relaciones de pareja, laborales, escolares, entre amigos brindan ejemplos cotidianos.
domingo, 1 de febrero de 2009
La emoción sin lugar
Érase una vez una emoción que no encontraba su lugar. Quien podía darle su nombre había decidido sujetarla bien, distanciarla, asegurarse de que no pudiera invadirle. El temor era intenso, el deseo no menor. Quizás pudiera guiarla hacia selvas recónditas. Puede que le desconcertara, le hiciera perder la ruta seguida hasta ahora sin más. Quién sabe si le haría encontrar gusto en lo que ella no era, o creía no ser. Con esfuerzo incluso mayor al que le habría supuesto dejarse embriagar, se propuso encerrar el océano en una botella. No quiso que peligrara su paisaje.. Protegió al vecindario de inesperadas convulsiones. Les pidió tiempo, pero no se lo dieron Cubrió sus cercanos con la coraza de sus manos, las más tiernas de otros momentos, y con los párpados bajados. Una membrana casi perfecta de aspecto faraónico, y un rincón secreto donde recluir tanta vorágine, levantaron la mastodóntica pirámide egipcia que agotó la propia y más hermosa vida de aquellos días. O no.
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